Si existe una leyenda más famosa en América esa es la de El Dorado, una tierra maravillosa y fantástica en donde el oro brotaba silvestremente, cuando menos eso era lo que corría de boca en boca en plena época de conquista del nuevo mundo.
La ubicación de esta tierra prometida era misteriosa y sus coordenadas variaban como variados fueron los hombres que con el sueño de hacerse ricos se embarcaron en expediciones que dieron para muchos un resultado más parecido a la pesadilla que a la ilusión.

El camino hacia el oro fue la principal razón por la que los expedicionarios españoles llegaron a tierras inexploradas y casi inexpugnables para a su paso fundar ciudades que hoy se mantienen como firmes asentamientos con cinco siglos de historia a cuestas.
El Dorado no solo fue una imagen fantástica, también fue el motor que impulsó el descubrimiento de nuevas tierras y el arma asesina que aniquiló indígenas y propios compañeros de tropa.
Dicen que sobre la leyenda de El Dorado se habló por vez primera en las expediciones de Vasco Núñez de Balboa y que dieron como resultado el descubrimiento del océano pacífico, allí en lo que hoy corresponde a territorio panameño los nativos contaron a los españoles que había una tierra en donde el oro abundaba, un lugar donde existía tanto que prácticamente era inagotable y que se encontraba hacia el occidente, en lo que hoy se conoce como Colombia.
El Dorado motivó la movilización de soldados españoles desde los territorios que hoy se conocen como Perú y Venezuela y que tuvieron como punto coyuntural el encuentro de los comandantes militares cuyo suceso originó la fundación de las importantes ciudades colombianas de Cali y Bogotá.
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