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Bichica un mito del el folclor colombiano


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Era un anciano venerable de largas barbas blancas, piel blanca y ojos azules, vestido con una manta grande, que lo cubría casi hasta los pies. Venía acompañado por una mujer más joven y también blanca.
Desde el primer momento Bochica simpatizó con los indios y comenzó a enseñarles sus principales virtudes: no matar, no robar, no mentir y ayudarse los unos a los otros. Después comenzó a enseñarles sus principales actividades: a construir sus casas, a sembrar la tierra, a fabricar las ollas de barro, a tejer las mantas de algodón y otras cosas, todas provechosas.
Bochica quería mucho a los indios y estos lo querían a él. En cambio, la mujer de Bochica nunca los quiso y siempre procuró hacerles mal.
Una vez aprovechando la ausencia de Bochica, inundó la sabana, daño con ello las casas y las sementeras de los indios, a los cuales puso en situación desesperada hasta cuando regresó el anciano, a quien los indios dieron la queja de lo ocurrido.
Tan indignado se sintió Bochica contra su mujer, que la castigó convirtiéndola en lechuza. En seguida se dirigió a los cerros que rodean la sabana y con una varita de oro, que siempre usaba, tocó las rocas, que se partieron para dar paso a las aves. Así se formó el salto del Tequendama.
Pero no todos los indios se portaron bien con Bochica ni le agradecieron debidamente los grandes beneficios que de él habían recibido, por lo que el anciano maestro se sintió indignado con ellos. Así que en la primera oportunidad desapareció por el arco iris, en el que se ve cuando una persona lo mira desde el Salto del Tequendama.

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